Mi Camino en la Inclusión: De la Vocación al Impacto

Desde antes de saber que quería dedicarme a la inclusión, ya estaba inmersa en ella. En mi adolescencia, mi deseo de acompañar a los demás se manifestó en voluntariados como siendo catequista, líder de grupos juveniles y misionera en diferentes provincias. Siempre sentí esa pulsión interna de dar lo mejor de mí sin esperar nada a cambio. Era un llamado natural, una intuición que, sin saberlo, ya delineaba el camino que seguiría en el futuro.

Más tarde, mientras estudiaba Dirección de Arte en Publicidad, encontré un espacio que marcó un antes y un después en mi camino: la Fundación DISCAR. Como voluntaria, descubrí un mundo fascinante donde aprendí no solo de los profesionales, sino también de personas increíblemente talentosas en talleres de teatro, música y otras disciplinas. Fue ahí donde supe que mi vocación estaba en la inclusión. Me di cuenta de que la verdadera riqueza está en la diversidad, en los distintos modos de aprender, de comunicar y de vivir.

Por razones económicas, no pude finalizar mi carrera en publicidad, pero en lugar de rendirme, decidí redirigir mi camino. Me inscribí en Psicopedagogía en la UNSAM, aunque, por cuestiones laborales, tuve que interrumpir mis estudios. Aun así, nunca abandoné mi propósito. Mi deseo de generar impacto real en la vida de las personas me llevó a continuar trabajando en el ámbito de la inclusión, enfrentándome a distintos desafíos y experiencias que moldearon mi enfoque y aprendizaje. Comprendí que la educación inclusiva no se limita a las aulas, sino que está en cada rincón de la sociedad, en cada oportunidad de transformar una vida.

Ilustración original para este artículo

De la Experiencia al Compromiso

Uno de mis primeros desafíos laborales fue en un neuropsiquiátrico en Villa Luro. Tenía solo 21 años y me encontré a cargo de un grupo de adultos mayores. Fue una experiencia transformadora que me demostró que tenía la fortaleza y la vocación para seguir este camino. No fue fácil, pero en cada historia, en cada mirada, aprendí más sobre la resiliencia y la capacidad humana de seguir adelante. Luego, conseguí un puesto en un centro de día más cercano a mi hogar, donde trabajé con adolescentes en talleres educativos y recreativos. A partir de ahí, transité por centros educativos terapéuticos (CET), centros de día y escuelas especiales, tanto de gestión privada como pública.

Mientras trabajaba, cursaba el Profesorado en Educación Especial ISFD N°112. Gracias a mi experiencia previa, tenía una ventaja: no solo aprendía desde la teoría, sino que ya aplicaba lo que vivía en el aula a mi práctica profesional. Esto me permitió desarrollar un enfoque más integral, donde la pedagogía se combina con la sensibilidad y el entendimiento de cada historia de vida.

Mi manera de abordar la enseñanza siempre fue más allá del diseño curricular. Observaba, escuchaba y creaba vínculos. Comprendía a cada persona desde su individualidad, entendía sus necesidades, emociones y formas de aprender. Mi objetivo era que cada uno encontrara su propio camino dentro de la educación y el desarrollo personal. La inclusión no es solo garantizar un lugar en el aula, sino construir espacios donde cada persona pueda sentirse vista, escuchada y valorada.

Experiencia en Salta: Inclusión en el Cerro

Durante mi carrera, una experiencia muy significativa fue trabajar en una escuela en el cerro de Salta, donde tuve la oportunidad de apoyar a una niña de nivel inicial con multidiscapacidad. Gracias a lo aprendido a lo largo de los años, pude ofrecerle un acompañamiento adaptado a sus necesidades, a pesar de los limitados recursos de su entorno. Esta vivencia me recordó que cada reto es una oportunidad para aprender y crecer, siempre poniendo el bienestar de quienes nos rodean en primer lugar, sin dejar de reconocer que el aprendizaje es continuo.

La niña con una disminución visual severa: veía sombras y se guiaba por el olfato y el oído, reconociendo voces y sonidos. No tenía control encefálico ni lenguaje verbal, pero a través de la observación, aprendí a interpretar sus gestos y su forma única de comunicarse. Su aprendizaje pasaba por los sentidos y la interacción con el entorno.

Ante la falta de respuestas del municipio y la necesidad urgente de mejorar su calidad de vida, gestioné junto con la Escuela de Educación Especial N° 7171 la obtención de un bipedestador. Mientras esperaba que la ayuda llegara, me convertí en mucho más que una docente: fui fisioterapeuta, musicoterapeuta y apoyo integral para su desarrollo. Como la niña no tenía sedestación y no podía sentarse por su cuenta, fabriqué una contención con un jean viejo y arena para brindarle estabilidad. Además, con una pelota de rehabilitación que llevaba desde mi casa, trabajamos en ejercicios que fortalecieron sus extremidades inferiores. Gracias a este esfuerzo, logró ganar fuerza y movilidad en sus piernas.

La incorporación de la silla de ruedas y el bipedestador implicó un notable avance en su postura y comodidad. Anteriormente, contaba únicamente con un cochecito de bebé, lo que afectaba su alineación y aumentaba sus molestias musculares. Observar cómo mejoraba gradualmente su calidad de vida fue, sin duda, una de las experiencias más enriquecedoras de mi carrera. La inclusión se vive en cada acción y en cada detalle: es transformar realidades a través de la acción, la creatividad y un compromiso genuino con el bienestar de cada persona. Si bien el trabajo de la docente inclusiva es fundamental, este tipo de avances solo se logran cuando hay un compromiso conjunto de la escuela, la familia y la sociedad. La colaboración entre todos los actores es lo que verdaderamente potencia el proceso inclusivo, permitiendo una transformación profunda y duradera.

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Innovación, Tecnología y una Nueva Perspectiva de la Inclusión

La música siempre fue una gran aliada en mi labor. Toco la guitarra y la utilizaba como herramienta de conexión y expresión. Recuerdo en particular a un adolescente en un CET que atravesaba momentos de crisis. Mientras muchos lo evitaban, encontré en la música una vía de comunicación con él. Una simple canción de Abel Pintos, La Llave, se convirtió en un puente de calma y confianza. Fue en ese momento cuando comprendí que la inclusión no es solo una estrategia pedagógica, sino un acto de amor y empatía profunda.

Pero mi búsqueda por mejorar la inclusión no se detuvo en lo emocional y lo pedagógico. En 2020, con la pandemia, comprendí que la tecnología era una herramienta fundamental para fortalecer la educación inclusiva. Comencé ayudando a docentes en el uso de herramientas digitales de accesibilidad, gamificación y aplicaciones para mejorar el aprendizaje. Esta inquietud me llevó a especializarme en UX/UI, diseño accesible y tecnologías inclusivas. También estudié la Licenciatura en Tecnología Educativa, siempre con la mirada puesta en la inclusión y la equidad. La tecnología, bien utilizada, tiene el poder de derribar barreras y crear oportunidades reales.

Mi camino sigue evolucionando, y me gustaría seguir aprendiendo y aportando en nuevos espacios de inclusión. Más allá de la educación, creo que hay muchas oportunidades para hacer la diferencia, como en el mundo de las empresas tecnológicas, donde la accesibilidad digital y la equidad pueden ser una prioridad. Mi objetivo es seguir creciendo y contribuir a un mundo más inclusivo, donde cada persona, sin importar su contexto, tenga la oportunidad de participar y desarrollarse.

La inclusión no es solo una cuestión educativa, es un derecho. Aprender a adaptarnos a los cambios y utilizar las herramientas a nuestro alcance nos permite construir una sociedad más justa y accesible. Y sobre todo, nos invita a cuestionarnos: ¿Qué estamos haciendo hoy para que cada persona tenga la oportunidad de desarrollar su máximo potencial?

Mi historia es la de alguien que nunca dejó de aprender, de reinventarse y de buscar nuevas formas de aportar al mundo. Porque la verdadera inclusión no es solo enseñar, sino transformar realidades y acompañar procesos con empatía, compromiso y visión de futuro.

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Hola,
Mi nombre es Julieta Díaz

Soy Profesora de Educación Especial, dedicada a promover prácticas inclusivas. Acompaño a familias y docentes con herramientas para crear entornos de aprendizaje accesibles y equitativos. Creé Apoyo Inclusivo para compartir recursos y hacer de la inclusión una realidad.
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