¿Qué hacer si sospecho que mi hijo o hija tiene un trastorno del espectro autista?

Mano de niño pintando de colores una nube blanca.

Cuando algo no nos cierra del todo en el comportamiento o desarrollo de nuestro hijo o hija, lo sentimos. No siempre sabemos ponerle nombre a lo que nos inquieta, pero la intuición muchas veces nos lleva por el camino correcto. En Apoyo Inclusivo, escuchamos a muchas familias que, antes de tener un diagnóstico formal, simplemente «sabían que algo era distinto».

Sospechar que tu hijo o hija puede estar dentro del trastorno del espectro autista (TEA) puede ser abrumador. A veces genera miedo, otras veces negación, y en muchas ocasiones, soledad. Lo que queremos decirte desde este espacio es que no estás solo/a, que tener dudas es completamente válido y que informarte, paso a paso, puede ayudarte a tomar decisiones con más claridad.

¿Qué es el trastorno del espectro autista?

El TEA es una condición del neurodesarrollo que afecta, en distintos grados, la manera en que una persona se comunica, se relaciona y percibe el entorno. Para entender mejor sus bases y desmontar mitos, consulta Comprender el Autismo: Claves para una Inclusión Real Si quieres profundizar en estrategias para favorecer el lenguaje en edades tempranas, visita nuestro artículo La importancia de favorecer el lenguaje en edades tempranas. No es una enfermedad, no tiene cura.

En Argentina, según datos del Ministerio de Salud, se estima que 1 de cada 54 niños y niñas podría estar dentro del espectro autista. Sin embargo, muchos casos siguen sin diagnosticarse, especialmente en zonas donde el acceso a profesionales especializados es limitado. La detección temprana sigue siendo uno de los grandes desafíos, sobre todo en un marco normativo en constante evolución. Repasa nuestras Políticas y Normas Inclusivas en Argentina: Un Camino Hacia la Igualdad para conocer el estado actual de la ley y los derechos de tu hijo/a.

¿Cuáles son las señales que pueden generar sospechas?

Cada niño y niña es único/a, pero hay ciertas señales que pueden hacernos pensar en un posible diagnóstico de TEA. Es importante aclarar que tener una o varias de estas conductas no significa automáticamente que hay autismo, pero sí pueden ser motivos suficientes para consultar con un profesional.

Algunas señales frecuentes:

  • No responde a su nombre a partir de los 12 meses.
  • Tiene poco o nulo contacto visual.
  • No señala para mostrar cosas o compartir intereses.
  • Usa pocas palabras o no habla, incluso después de los 2 años.
  • Repite frases o palabras sin entender su significado (ecolalia).
  • Tiene intereses muy marcados o se enfoca obsesivamente en ciertos objetos.
  • Repite movimientos como aletear las manos, girar en círculos, balancearse.
  • Se altera mucho ante cambios mínimos en su rutina.
  • Muestra reacciones intensas ante ciertos sonidos, luces, texturas o sabores.
Dos niños de aproximadamente 3 años (una niña y un niño) sentados en una manta jugando con peluches; detrás, un tercer niño de la misma edad juega solo con un coche azul, sin interactuar con los demás.
Algunos niños disfrutan del juego compartido, mientras otros prefieren actividades solitarias.

Es común que muchas de estas conductas pasen desapercibidas durante los primeros años. A veces se las interpreta como «es tímido», «ya va a hablar», o «tiene su carácter». Por eso, observar de cerca, registrar lo que notamos y no quedarnos con la duda puede hacer la diferencia.

¿Qué hago si tengo dudas?

Lo primero que recomendamos en Apoyo Inclusivo es que no ignores tu intuición. Hablar con el pediatra es el primer paso. Lamentablemente, no todos los profesionales están capacitados para detectar señales tempranas de TEA, por lo que es importante insistir si sentís que tu preocupación no está siendo tomada en serio.

Pedí una derivación a especialistas en desarrollo infantil. Esto puede incluir:

  • Neuropediatra
  • Psicólogo/a infantil
  • Terapista ocupacional
  • Fonoaudiólogo/a

Un diagnóstico no se da en una sola consulta. Implica observación, entrevistas con la familia, y a veces varias evaluaciones. Y está bien que así sea: conocer a tu hijo o hija en profundidad requiere tiempo y mirada profesional integral.

¿Y si el diagnóstico se confirma?

Recibir un diagnóstico de autismo puede remover muchas emociones. Algunas familias sienten alivio, porque al fin tienen una explicación a sus dudas. Otras sienten miedo o tristeza. Es normal. Pero también es importante saber que el diagnóstico no cambia a tu hijo o hija, solo pone nombre a ciertas características que ya estaban ahí.

Desde Apoyo Inclusivo acompañamos a muchas familias que, tras el diagnóstico, transitan un proceso de duelo. No por su hijo/a, sino por la idea que tenían de cómo iba a ser su desarrollo. Y eso no está mal: aceptar la diferencia también implica revisar nuestras expectativas.

Lo que sigue después del diagnóstico no es una receta única. Dependerá del perfil de tu hijo o hija, de los recursos a los que accedas y del acompañamiento que puedan recibir. Pero sí hay algo que es constante: cuanto antes se comience la intervención, mejores serán las herramientas que el niño o niña podrá desarrollar.

Niña de aproximadamente 4 años en una sesión de fonoaudiología: la profesional la mira con cariño y le muestra unas letras para captar su atención; la niña, con expresión seria, toca una de ellas.
La fonoaudióloga usa material lúdico para atraer la mirada de la niña y promover el aprendizaje de las letras

¿Qué tipo de acompañamiento existe?

El abordaje del autismo no es único ni universal. No hay «una terapia que sea la mejor», pero sí hay intervenciones que mejoran la calidad de vida y ayudan a potenciar sus habilidades.

Entre las más comunes están:

  • Terapia ocupacional: trabaja habilidades sensoriales, motoras y de la vida diaria.
  • Fonoaudiología: estimula la comunicación, sea oral, gestual o por sistemas alternativos.
  • Psicología: ayuda a regular emociones, establecer vínculos y fortalecer la autonomía.
  • Inclusión escolar: según el caso, puede requerirse acompañamiento en la escuela con una maestra de apoyo a la inclusión, quien actúa como puente entre el niño, el docente de grado y el resto de la comunidad educativa.

No estás solo/a: construí tu red

Uno de los mayores alivios para muchas familias es conocer a otras personas que están transitando el mismo camino. No para comparar, sino para compartir. Escuchar a otros puede traer información, contención y, sobre todo, sentir que no estás en esto solo o sola.

En resumen: pasos claros, mirada amorosa

Observá sin juzgar: registrá lo que te llama la atención en tu hijo o hija.

Consultá a profesionales: pediatra primero, especialistas después.

Pedí evaluaciones si es necesario: sin miedo, con información.

Acompañá desde la aceptación: tu hijo/a no necesita cambiar para ser valioso/a.

Buscá redes, recursos y apoyo emocional: nadie puede con todo solo/a.

Sabemos lo desafiante que puede ser buscar información confiable cuando tu familia atraviesa dudas sobre el autismo. Por eso, además de todo lo que compartimos en Apoyo Inclusivo, te invitamos a explorar estos espacios creados por y para la comunidad TEA:

A nivel internacional, Autism Speaks ofrece guías prácticas y estudios en varios idiomas; The National Autistic Society del Reino Unido brinda cursos de formación y asesoramiento cercano; y Autism-Europe impulsa políticas inclusivas y comparte buenas prácticas en toda la Unión Europea.

En Argentina, APAdeA – Asociación Argentina de Padres de Autistas acompaña a las familias con talleres y orientación continua; PANAACEA trabaja en capacitación y en impulsar políticas públicas que garanticen derechos; y la Fundación BRINCAR por un Autismo Feliz desarrolla actividades y formaciones prácticas para todas las edades.

Visitar estos portales te ayudará a sentirte acompañado, a encontrar respuestas basadas en la experiencia de otros y a conectar con redes de apoyo tanto cerca de casa como en el mundo entero.

Una última reflexión desde Apoyo Inclusivo

El momento en el que aparece la sospecha de que tu hijo o hija puede estar dentro del espectro autista no suele ser fácil. Es una etapa en la que se mezcla la incertidumbre, el miedo a lo desconocido, la confusión y, muchas veces, el cansancio emocional. También es una etapa en la que se pone en juego el modo en que aprendimos a mirar el desarrollo, la infancia y las expectativas que teníamos.

Desde Apoyo Inclusivo queremos decirte algo importante: no es tu culpa. No hiciste nada mal. Tu hijo o hija tampoco está “mal”. Simplemente tiene una forma distinta de transitar en el mundo. Una forma que puede no ajustarse a lo que se espera, pero que también tiene valor, sentido y dignidad.

Aceptar esa diferencia no es inmediato. No pasa de un día para el otro. A veces duele. A veces incomoda. Pero también abre puertas a nuevas formas de vincularse, de celebrar pequeños avances, y de valorar logros que antes quizá pasaban desapercibidos.

Acompañar a un niño o niña con autismo no es fácil, y no tendría por qué serlo. Implica mucha energía, paciencia, reorganizar prioridades, buscar recursos, y enfrentar barreras (a veces más sociales que personales). Pero también puede ser profundamente transformador. Te cambia la forma de mirar. Te hace más sensible, más real, más consciente.

Y lo más importante: tu hijo o hija necesita que estés. No perfecto, no con todas las respuestas, sino presente, dispuesto a aprender, a equivocarte y a volver a intentar. Porque el amor no está en tenerlo todo claro, sino en no soltar la mano incluso cuando no sabemos qué viene después.

En Apoyo Inclusivo, creemos en las familias que buscan, que preguntan, que se animan a ponerle nombre a sus dudas. Y también creemos en la construcción de una sociedad que entienda que la inclusión no es una opción, sino un derecho.

Gracias por leer hasta acá. Si llegaste al final, es porque te importa. Y si te importa, ya estás haciendo mucho más de lo que creés.

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Hola,
Mi nombre es Julieta Díaz

Soy Profesora de Educación Especial, dedicada a promover prácticas inclusivas. Acompaño a familias y docentes con herramientas para crear entornos de aprendizaje accesibles y equitativos. Creé Apoyo Inclusivo para compartir recursos y hacer de la inclusión una realidad.
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